viernes, 18 de septiembre de 2009

Por favor, sonríe.




"Lo esencial es invisible para los ojos" - Antoine Sant Exupéry

Con esta frase -que más de uno que ha estado estos días en los cursillos la tendrá reciente- tan simple como universal empiezo una entrada que será distinta a las del resto. Una entrada que llevaba tiempo queriendo hacer pero que la falta de ese último empujoncito hacía que no me atreviera a escribir palabra alguna.

Durante estos últimos días digamos que ese "empujoncito" ya se ha dado. Una amiga me dejó un libro que llevaba tiempo buscando y que recomiendo, "El viaje a la felicidad", de Eduard Punset. Y reconozco que este libro me hizo pensar y reflexionar sobre pequeños detalles que ni siquiera me había parado a pensar que existieran.

Pero no sólo eso. Uno de los cursillos que hice estos últimos cuatro días trataba sobre voluntariado, y me llevé una gran sorpresa. En este caso, lo que reconozco es que me apunté por el hambre de créditos que todo estudiante tiene y por el típico "porque voy con alguien que conozco". Pero a medida que pasaron los días me di cuenta de los "grandes contrastes". El contraste entre nuestra realidad y la realidad de todos aquellos que, por fortuna, nacieron en un lugar en el que más de uno le gustaría pasarse el día soñando con tal de observar tal realidad. El contraste entre la mentalidad de unos pocos y la de unos cuantos. El contraste del afán de intentar poner un granito de arena y el de girar la cara. El contraste de sociedades enteras. El contraste de grupos sociales dentro de sociedades "desarrolladas" (?). Y, el más importante, el contraste de valores existente entre una sociedad del "Norte" y una sociedad del "Sur".

Y es este último punto el que me inquieta... Los valores. ¿Cómo definimos un valor? ¿Existe una definición única de valor humano? ¿Son innatos o racionales? ¿De dónde vienen? y... ¿por qué son distintos? Son preguntas de difícil respuesta pero de las cuales siempre estamos hablando. Es muy fácil hacer referencia a los valores humanos, pero otra cosa es definirlos. Podemos hablar de bondad, humildad, generosidad, solidaridad... Pero yo, al menos, no podría decir "un valor es..." sin caer en la mera subjetividad.

Y, ¿por qué hablo de esto? ¿Qué cuenta este loco? Obviamente, no voy a hablar de la falta de valores en la sociedad en la que estamos hoy. Para decir eso ya hay textos muchos mejores y mejor elaborados que el mío. Lo que quiero es destacar uno de los valores que desde mi punto de vista es de los más importantes a lo largo de nuestro viaje a la felicidad: la solidaridad. Y no por hablar de solidaridad voy a hablar de voluntariado. El voluntariado es un movimiento social -también podría definirse como forma de vida- digno de elogiar en el momento que dedican su causa a aquéllo que el Estado no trata. Pero no voy por ahí. Yo quiero mi billete en ese tren de la felicidad y para ello me hace falta un poco de solidaridad.

La solidaridad podríamos decir, de forma muy simple, que consistiría en ayudar al otro, preocuparse, interactuar... Y digo que es importante porque, como dijo un profesor, La sociedad es algo así como un muro. "Cada ladrillo es una persona, mientras que el cemento que mantiene unido a todos los ladrillos sería el sentimiento solidario, que mantiene a todos unidos y consistentes". Tiene toda la razón. Cada día nos conducimos más hacia el individualismo, en parte potenciado por las nuevas tecnologías. Esto nos ha llevado a una sociedad en la que va disminuyendo la cantidad de personas que se preocupan por el otro. Nadie pregunta por nadie, y todos nos comportamos, en ocasiones, como automatismos que cumplen sus obligaciones de forma sistemática. La gente ya no se detiene en el niño que pide dinero por la calle. Ni siquiera se para en los stands de información acerca de un programa contra el hambre. Al contrario. Nos da igual. ¿Que la ONU determina que hay más de 1.000.000.000. de muertos por hambre (no, no hay ningún error en los ceros)? Pues nosotros tiramos, como protesta, toneladas de leche. ¿Que del 0.7 % utópico les damos el 0.24 % del PIB a tareas sociales? ¡Pues vamos a darles menos! Que los de la Copa América me piden dinero que no tengo y, total, a estos ONGeistas, para lo que hacen me los camelo yo.

Frustración. Esto es lo que siente uno al abrir los ojos y ver como todo esto, por bestialidad que suene, es la sociedad en la que nos ha tocado vivir. ¿Soy el único que echa en falta algo de moralidad, algo de solidaridad?

Los valores son, a mi parecer, algo que debemos pararnos a determinar. Cada persona se mueve por unos valores, y estos valores son establecidos a partir del pensamiento racional. Sin unos valores claros, actuaremos instintivamente; con la parte instintiva de la memoria que la evolución ha mantenido a lo largo del tiempo en los animales. Buscaremos un placer instantáneo, una solución rápida, una salida de paso. Pero eso no es la felicidad.

Estoy de acuerdo con Punset cuando habla sobre 2 fuentes principales de felicidad: el placer y el sentimiento de tener un objetivo, unas ideas claras, un "destino". Por muchos placeres que nos permitamos, al final acabaremos insensibilizados para tal placer, no nos hará efecto y, por tanto, no seremos felices.

La felicidad es mucho más. La felicidad es establecerse una serie de pautas, como los valores humanos que consideramos esenciales para nosotros; una serie de objetivos, como aquéllo a lo que quieres llegar a ser. No necesariamente debe ser material, ya que la mayor fuente de felicidad está dentro de nosotros mismos, pero sí debe de ser algo que te mantenga en el camino dirigido a ese objetivo. Sin embargo, no confundamos. Para muchos, la felicidad es un fin. De hecho, en una de mis entradas consideré como propósito el "ser feliz". Error. La felicidad no es un fin, sino un medio. Ya que, como también dice Punset, "La felicidad se esconde en la sala de espera de la felicidad." En el momento que alcanzamos nuestro sueño, ya no tenemos ese algo por el que aspirar. Es por eso por el cual un animal experimenta más felicidad mientras observa cómo le traen la comida que cuando ya tiene su plato de comida disponible para él sólo.


Y es cuando tenemos claro que la felicidad es un medio cuando podemos ver la enorme relación que tiene con la solidaridad. Cuando nos preocupamos por una persona que nos importa, cuando la escuchamos, cuando le damos una mano en la que aferrarse o un hombro en el que llorar, también se esconde dentro de nosotros un sentimiento solidario (dejando aparte el tema del "interés"). Queremos oír esa risa, ver esa sonrisita que nos alegra el día, esa frase breve y escueta pero que nos basta, ese "gracias". Y nos hace falta. Nos hace falta todos esos pequeños detalles, o al menos a mí me hacen falta, para ser feliz. Todos tenemos mejores o peores días, al igual que todos podemos equivocarnos, decir algo que se malinterpretarse, o simplemente querer decir algo y no atreverse a decirlo. Pero esto es positivo y necesario. Si nos dedicamos a buscar en el otro virtudes, jamás podremos querer a nadie. Ni tan siquiera ayudar. Porque es de los defectos de las personas de los cuales nos enamoramos, en los cuales nos fijamos y por los cuales somos únicos y diferentes.

Así que dame una sonrisa y, ayúdame a subir un escalón de esa pasarela de viaje del avión...

El avión de la felicidad.

viernes, 11 de septiembre de 2009

A Dios rogando, y con Pau dando

Bueno, aprofitant que estic purulant avui per la falsa capital de esta nuestra comunidaz, he dedicit que podia fer un post i tal, per a variar un poc.

Estava clar que tard o prompte el relax veraniego anava a acabar-se. Jo ja m'havia acostumat a la tranquilitat que dóna el fet de no haver d'escoltar burrades anatòmiques diàriament, i ara resulta que, abans de començar el curs, em toca sofrir, tot i que d'una altra manera.

Ho vinc a voler dir perquè últimament els xics del bàsket no estan precisament afinats. Això ha fet que en els darrers partits, a servidora se li pujaren les gònades a nivell cervical...no sé si m'explique.

No obstant, al final, i gràcies a l'assegurança de vida anomenada Pau Gasol (amb una estimable ajuda de Rudy, el meu estimat Ricky Rubio i Felipe Reyes, amén de Navarro), han passat la primera fase, més bé sense pena ni glòria.
Ara espere que tot canvie i que l'equip torne a ser el que era, ja que les meues coronàries ho agrairan.

Feta la crònica de l'actualitat esportiva (i sense haver nomenat a Floren ni a Cristiano Ronaldo fins ara), ho deixe ja...amb la convicció de que, com diu el gran Andrés Montes, desmentimos a la historia...el oro no está en Moscú, está en Polonia.

Yours, on matriculation...PIRADA (miembra* altra volta del L1)